MARGARITA GAMÉZ, pintora, Madrid 1962.
MIRADA INTERIOR
Con el título de este artículo
quiero referirme a ese recuerdo de algún sueño que hemos tenido al poco tiempo
de despertarnos. Esa es la impresión que se tiene cuando contemplas un cuadro de
Margarita Gámez. Esa sensación es la que me quedó al mirar los cuadros que ella
presentó en la última exposición individual en Galería Marmurán bajo el título
de Viaje interior. Pero, antes de
pasar a comentar la obra de Margarita Gámez, quisiera traer aquí unas palabras
de Tomás Paredes que dejara en un catálogo de esta autora bajo el título de Una isla casi secreta, a contracorriente:
“Todas las islas tienen algo de secretas, distantes, y navegan, viven,
ensimismadas en su insularidad. ¿Si se mueve el mundo, cómo no se iban a mover
las islas? A veces, en duermevela, al descansar el mar en su regazo,
embelesadas, se dejan arrastrar para soñar en medio de los océanos, pero cuando
las aguas se despiertan, las conducen de nuevo, hacia los secretos arrecifes donde,
coralmente, encallan, sobre la soledad y se serenan, esperando un próximo
viaje.” (abril, 1997).
Van y vienen las olas, madre,
a las orillas del mar,
mi pena con las que vienen,
mi bien con las que se van.
(Lírica castellana, S. XV)
La pintura de Margarita Gámez
no es una pintura realista ni tampoco surrealista. Su pintura es fruto de la
inconsciencia pura. Surge de ese estado entre el subconsciente y el de la
realidad. Es un estadio menor, no el de la auténtica realidad o el de la
profunda irrealidad; es el estadio de la inconsciencia, entre el despertar y el
sueño. Es el momento de la inocencia, como el de un duermevela o la candidez de
un niño (la infancia). Su maestro, Antonio Guijarro dijo de ella “Tu pintura es
distinta de la mía, eres mucho más subjetiva que yo, tenazmente dada a la
contemplación interior de las cosas; de ahí que a tus cuadros les falte
exactitud y tengan intensidad de pensamiento: tienen alma. Pintas la vida hacia
dentro.” (abril,1999).
Su pintura es matérica (como la de Fautrier precursor del arte informal o Art autre que teorizara Michel Tapié), la única realidad y lo que surge de allí es el absurdo como consecuencia de la inconsciencia. En sus cuadros nada es real, ni siquiera los colores, pues hay una gama de colores, que tampoco son reales, auténticos. Los azules no son azules, los verdes tampoco, y los rojos no son tales. A todos ellos parece faltarles autenticidad, el estado real, la luz, que es tan auténtica y hace real las cosas. Y es por eso, porque son fruto de la inconsciencia. ¿Quién ve bien la realidad cuando uno se acaba de despertar? Nadie. Nos falta la luz. Viniendo de la oscuridad, la luz es siempre cegadora. Por esto mismo se explica esa falta de luz en sus cuadros. De ahí, la suave oscuridad de sus azules; sus blancos cogen un tenue gris, no es un blanco brillante; sus rojos no son rojos vivos, sino oscuros, a veces poco definidos, se mueven entre el rosa, el ocre o el pardo. Es aquí donde queda patente la huella de Fautrier, en ese cromatismo apagado presentado en rudimentarios rostros y elementos de la naturaleza, como en el cuadro de este L´arbre vert (1942), obra cargada de materia hasta hacerse densa físicamente por la presencia de “superficies construidas” a las que él aludía.
Paisaje irreal. Margarita Gámez |
Su pintura es matérica (como la de Fautrier precursor del arte informal o Art autre que teorizara Michel Tapié), la única realidad y lo que surge de allí es el absurdo como consecuencia de la inconsciencia. En sus cuadros nada es real, ni siquiera los colores, pues hay una gama de colores, que tampoco son reales, auténticos. Los azules no son azules, los verdes tampoco, y los rojos no son tales. A todos ellos parece faltarles autenticidad, el estado real, la luz, que es tan auténtica y hace real las cosas. Y es por eso, porque son fruto de la inconsciencia. ¿Quién ve bien la realidad cuando uno se acaba de despertar? Nadie. Nos falta la luz. Viniendo de la oscuridad, la luz es siempre cegadora. Por esto mismo se explica esa falta de luz en sus cuadros. De ahí, la suave oscuridad de sus azules; sus blancos cogen un tenue gris, no es un blanco brillante; sus rojos no son rojos vivos, sino oscuros, a veces poco definidos, se mueven entre el rosa, el ocre o el pardo. Es aquí donde queda patente la huella de Fautrier, en ese cromatismo apagado presentado en rudimentarios rostros y elementos de la naturaleza, como en el cuadro de este L´arbre vert (1942), obra cargada de materia hasta hacerse densa físicamente por la presencia de “superficies construidas” a las que él aludía.
L´arbre vert (1942), Jean Fautrier |
Así es la pintura de Margarita Gámez, matérica e
inconsciente a la vez. Y lo absurdo está y surge en la materia.
Cabeza de mujer soñadora o las hijas de Bernarda Alba, Margarita Gámez |
Por un lado, la inconsciencia está en sus dibujos y motivos: barcas, escaleras, casas, árboles… que se dirían que los ha pintado un niño. Es decir, su inocencia es la que está allí plasmada. Es el origen de todo, el estado primitivo de las cosas, el inicio, el comienzo, la niñez. Ello me recuerda al origen de la poesía, la poesía tradicional y cancioneril, la poesía primitiva: las jarchas, las cantigas de amor, los villancicos, etc. Y que hoy perviven (ese estilo y temática) entre los niños y jóvenes, porque ellos siempre serán cándidos e inocentes, como el primer amor.
Paisaje inesperado, Margarita Gámez. |
Garza de gentil mirar,
cierto cazarte querría
a tu voluntad y mía.
Madre, unos ojuelos vi
verdes, alegres y bellos.
¡Ay!, que me muero por ellos
y ellos se burlan de mí.
Por otro lado, el absurdo lo
encontramos en la disposición de sus elementos, de sus dibujos. No hay un orden
necesariamente lógico. La luna, por ejemplo, se encuentra en un primer plano en
algunos cuadros, y no, como sería lo lógico, arriba en la parte superior del cuadro,
en la línea del horizonte o arriba en el
cielo, sino que está delante de los árboles. Las estrellas tampoco tienen una
ubicación lógica, ni tampoco tienen un aspecto real, auténtico.
El circo en invierno, Margarita Gámez.
|
Este mundo absurdo me recuerda
al de Juan Romero, que no es que sea surrealista, sino que es absurdo, como el
que presenta en un cuadro llamado El
pájaro raro, que se diría que es un pavo real encima de la rama de un
árbol, pero eso se representa de una forma inocente, casi absurda. ¿Qué es raro
en este caso, el pájaro porque no es real, porque no es un pavo real, o porque
no es auténtico que el pavo esté subido en un árbol? Además, tampoco es real el
cielo que nos pinta, un cielo aparentemente estrellado azul oscuro, que no
tiene nada que ver con la realidad o autenticidad, sino más bien con lo absurdo
del estado inconsciente. Comparable al clima absurdo de Sujeto femenino con monstruos, de Margarita Gámez.
El pájaro raro (2005-2015), Juan Romero. |
Sujeto femenino con monstruos, Margarita Gámez. |
También se ha hablado de expresionismo de Margarita Gámez. Su expresionismo es la manifestación de su interior, de su inconsciencia. A veces, este expresionismo, me recuerda al de Juan Alcalde, porque sus dibujos también son inocentes, como aquellos barquitos, diríase de papel, aquel paisaje urbano solitario, como recuerdo de alguien que fue niño,… pintados con una paleta de colores nada reales, porque reflejan el interior del artista: su estado de ánimo, a veces, o de inconsciencia, otras.
Paisaje irreal, Margarita Gámez. |
Venecia, Juan Alcalde. |
La oscuridad de los árboles, a veces, verdinegros en algún cuadro de Margarita me llevan a recordar algunos árboles negros de Juan Alcalde, como los que aparecen en su paisaje urbano de Estocolmo. Esa es la manifestación más pura del expresionismo de ambos, pues la oscuridad acerca a la inconsciencia y allí o de allí brota la expresión más íntima de la persona, que luego quedará plasmada en la pintura. En la obra de Margarita Gámez, en esta ocasión.
Este Viaje interior me ha llevado a definir su obra presentada en Galería Marmurán como un expresionismo inconsciente y cándido a la vez, sugerente y atrevido, que hace soñar despierto al espectador que contempla su obra.
Personajes absurdos o acróbatas emocionales, Margarita Gámez. |
Le voyageur ègare le lac, Jean Dubuffet. |
Affluence, 1961, Jean Dubuffet. |
D'hotel nuance d'abricot (1947), Jean Dubuffet. |
Cabeza de mujer soñadora o las hijas de Bernarda Alba, Margarita Gámez. |
Cabeza de mujer soñadora, Margarita Gámez. |
También, Julián Gallego en el artículo publicado, Margarita Gámez, pintora europea, en el ABC de las artes con motivo de una de sus primeras exposiciones en Galería Biosca, dijo de ella que en su pintura ya se veía madurez y maestría, pero que “Nadie crea que se trata de una madurez académica… Es una madurez muy atrevida e inventiva, que maneja la figuración con el desparpajo de un Dubuffet o de un Alfonso Fraile, de cuyas materias y perfiles ha recibido, sin duda, algunos consejos.”
A esto, quiero añadir para
terminar que el estilo de Margarita Gámez surgió como algo que lleva dentro y
esa es la forma de expresión que siempre le ha acompañado y le acompañará.
Puñaladitos dorados
son mis dos luces,
que los meto en el alma
hasta las cruces.
(Lírica castellana, S. XV)
Puñaladitos dorados
son mis dos luces,
que los meto en el alma
hasta las cruces.
(Lírica castellana, S. XV)
15 de enero de 2017.
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ARUN ROY, pintor y grabador, Madrid 1962.
Exposición “Ecos de la naturaleza”.
El 9 de septiembre de 2016 tuvo lugar la exposición citada en
Galería Marmurán de Alcázar de San Juan. Fue allí donde descubrí la obra de
este autor que a continuación paso a comentar.
Para mí, fue un disfrute con mayúsculas el contemplar los
cuadros que Arun nos presentaba. Fue una fiesta de colores, mayormente fríos,
pues destacaba el azul sobre todos los demás.
En aquella sorprendente mirada se reflejaban distintos
paisajes velados que causaban una impresión desdibujada y sugerente. Lo que,
para unos, podía ser un valle entre montañas, para otros, era un paisaje entre
brumas con un horizonte de casas insinuado.
Las obras presentadas nos mostraban una naturaleza más o
menos definida, de ahí quizás el título de “Ecos de la naturaleza”, que nos
llevaban a recordar otros paisajes
contemplados o vividos.
Su estilo es muy sutil, suave y delicado, frente a una
impresión velada de la naturaleza. De ahí la técnica de suaves texturas
pigmentadas que capa a capa transitan por el lienzo, donde apenas se nota la
pincelada, sino que la pintura fluye, se derrama como el agua entre las piedras
de una fuente somera o la niebla entre montañas; y una capa sobre otra se superpone,
suavemente matizada, para que surja el efecto impresionista que pretende.
Esta pintura informal, que va de lo abstracto a lo concreto
sugerido, me recuerda a un impresionismo divisionista, porque es causado por
diferentes manchas de colores, en esta ocasión, en zig-zag o en forma
serpenteante; o más bien se trata de la evolución del divisionismo (o neoimpresionismo como también se llamó) de Seurat o de Signac. Con esta técnica consigue al mismo tiempo la luz y la profundidad
necesarias para insinuar la silueta de sus paisajes. Y será ese punto de luz en
el horizonte, entre el cielo y la tierra, donde el pintor quiere que dirijamos
nuestra mirada, para desde allí componer el resto del motivo. De esta manera,
Arun nos hace partícipes creativos en sus obras con nuestras miradas.
Por lo que sé, Arun ha pasado de colores más cálidos a tonos
más fríos, de rojos a azules y verdes. Es el caso contrario del poeta
Garcilaso, que, en sus églogas, fue del verde de la naturaleza a las “purpúreas
rosas” y al “rojo Apolo”. Y es que se trataba y trata de la búsqueda del
equilibrio, en una gama fría de colores, en la naturaleza; búsqueda de la armonía y de la
calma interior. Por eso, los paisajes de Arun son etéreos, como las brumas, las
nubes, la espuma del agua e incluso el aire que en sus cuadros se respira.
Por su temática, diría que Arun presentó en la exposición una
obra con aire neorromántico, pues en sus cuadros se reflejaba una luz
decimonónica en los cielos y un azul celeste entre nubes suavemente tocadas por
los rayos del sol al atardecer (algunos motivos celestes me recordaban a los de
Ángel Lizcano). Este aire neorromántico alcanzaba su máxima expresión en la
obra que presentaba bajo el título “Mar de fondo”.
(Luz decimonónica o neorromántica en un cuadro de Arun Roy)
(Cuadro de Ángel Lizcano,Las rosquillas del santo")
Destaco esta obra, “Mar de fondo”, porque en ella aparece un
mar embravecido, lleno de brumas, un cielo atormentado y una naturaleza entre claros
y oscuros desatada a la que le falta el individuo, que en este caso es el yo
contemplativo. Se trata de ese yo
creativo y protagonista de las obras al que recurre Arun. Salvando las
distancias, me atrevo a comparar este cuadro con el de Ángel Lizcano “Mar y tormenta”.
(Mar de fondo, Arun Roy)
(Mar y tormenta, Ángel Lizcano)
Otro cuadro que podría destacar, en esta línea, es el de
“Ecos de la naturaleza”, que da título a la exposición, donde se nos muestra un
cielo de tormenta en fuerte contraste, entre el claro de las nubes y los verdes
oscuros y ocres de la tierra.
(Ecos de la naturaleza, Arun Roy)
Todo este aire neorromántico impresionista tal vez le venga a
Arun de la contemplación de la obra del romántico inglés Turner. Y este a su
vez tuvo influencia de los paisajistas holandeses del siglo XVII, como decía
Tomás Llorens (Conservador-Jefe, en el museo Thyssen-Bornemisza) con ocasión de
la tercera edición del catálogo El Siglo
de Oro del Paisaje Holandés (enero de 1995 para BCH), pues “La primera
apreciación positiva del paisajismo holandés clásico, la del rococó, se
produjo en un ambiente cultural marcado por la reacción antiacadémica y por una
valoración de la naturaleza y de los sentimientos que presagia la futura irrupción
del romanticismo. Curiosamente, la pintura holandesa del paisaje encontró
también una buena acogida en los círculos críticos ilustrados, tan severos en
general con el gusto rococó. Sin embargo, su gran triunfo se debe al
movimiento romántico y al entusiamo por lo pintoresco. Así, aunque Goethe y
Turner formularan teorías del color diferentes e incluso contradictorias, los
paisajes de Jacob van Ruisdael fueron para ambos ejemplos excelsos del uso del
color. De Turner y Friedrich a Constable, Courbet y Corot, el paisajismo
clásico holandés fue la fuente principal de inspiración del paisajismo
decimonónico, tanto del naturalista como del impresionista. Fue así como
alcanzó a tener una influencia decisiva en los orígenes de la pintura moderna.”
Y es por esto que puedo reafirmar que
Arun se presentó en Marmurán como un neorromántico impresionista.
(El caminante sobre el mar de nubes, 1818 C.D. Friedrich) (Monje a la orilla del mar, 1808-1810, C.C. Friedrich)
También lo podemos relacionar con impresionistas como Alfred Sisley, por su paleta fría de colores, presente en nieblas, cielos, nieve y agua, con un aire romántico lleno de poesía.
((El molino de Wijk, hacia 1670 Jacob Van Ruysdael)
(Ruptura del dique de San Antonio, por Jan Asselijn (1651, lo destaco por las tonadidades azules de sus cuadros.)
(El temerario remolcado a dique seco, 1839 W. M. Turner) |
También lo podemos relacionar con impresionistas como Alfred Sisley, por su paleta fría de colores, presente en nieblas, cielos, nieve y agua, con un aire romántico lleno de poesía.
Y es que Arun, como buen impresionista, es un maestro en
diluir formas y presentar grandes masas de colores que se mezclan o separan de
forma imprecisa, buscando la luz que guíe al espectador y conforme una
“impresión” en él. Esto se llama impresionismo.
Por todo lo dicho, podría acuñar, aquí y ahora, un término que clasifique a esta obra que presentó en la exposición de Galería Marmurán, "Ultraimpresionismo neorromántico". Espero que Arun continúe por esta senda que ha inaugurado de forma tan magistral y que marque tendencia en el mundo del arte moderno, pintor que viene de un arte abstracto e informal y que nos muestra la impresión de una realidad suavemente sugerida a través de la luz y el color.
Ustedes tienen la palabra ... comenten lo que crean oportuno.
Por todo lo dicho, podría acuñar, aquí y ahora, un término que clasifique a esta obra que presentó en la exposición de Galería Marmurán, "Ultraimpresionismo neorromántico". Espero que Arun continúe por esta senda que ha inaugurado de forma tan magistral y que marque tendencia en el mundo del arte moderno, pintor que viene de un arte abstracto e informal y que nos muestra la impresión de una realidad suavemente sugerida a través de la luz y el color.
Ustedes tienen la palabra ... comenten lo que crean oportuno.
13 de noviembre de 2016.
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